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jueves, 24 de septiembre de 2009

No es lo mismo ser timonel que Patrón, menos todavía Capitán


Como nos dicen las últimas encuestas de siniestralidad de tráfico, las motocicletas continúan sufriendo más siniestros que los automóviles en media comparativa, pero el 80% de estos siniestros son producidos por un tercero, un automóvil.

La motocicleta te obliga a ir pendiente de la conducción, sin distracciones, en alerta continua al tráfico, estado de la carretera y condiciones climatológicas. El conductor de motocicleta analiza en su cerebro su estado inmediato, las posibilidades de la acción a realizar con varias alternativas de realizar la maniobra y vías de escape por si éstas se truncan. Analizamos el comportamiento de los vehículos y prevemos sus posibles maniobras, ya que nuestra seguridad está en juego.

El conductor de automóvil, en la mayoría de los casos y estoy harto de verlo, va distraído o poco concentrado en la conducción. Hablan por el teléfono móvil, hablan con otras personas del vehículo, escuchan música o fuman. Algunos, incluso los he visto maquillarse o leer el periódico mientras avanzan al “tran-tran” en un atasco. Así les pasa, a la que uno frena se ocasionan alcances, se pasan su salida y ejercen un giro peligroso para corregir su rumbo o se saltan los semáforos, cedas y stop. ¡Ahí está el peligro del motero!. Y no hablemos de olvidar poner el intermitente, las luces en los túneles y hasta cerrar la tapa del depósito después de repostar, ¡van empanados y son un peligro!

En mi caso, como conductor de motocicleta, obtuve la licencia de ciclomotor de 50cc (6CV) con 14 años. Con 16 años hice un examen teórico (el mismo que el de coche) y obtuve la licencia para motos de hasta 75cc (14CV). Con 21 años hice un examen práctico que me permitía conducir motocicletas de hasta 250cc (42CV) y después de dos años de experiencia, puedes conducir cilindradas mayores. Ahora quieren hacer otra licencia intermedia de 500cc.

Esa experiencia hace del motero un experto del vehículo que conduce, ya que pasa por todas las fases de aprendizaje.

En el mundo del automóvil, un mentecato con 18 años puede aprobar la licencia conducir automóviles y optar a conducir un monstruo tipo Audi Q7 de 3.000cc, 233CV y 2.300Kgr de peso. Tal vez conduzca un Ford Focus de 120CV, en todo caso, es un peligro dejar en manos de un incapacitado semejante máquina.

Si tantos jóvenes mueren al volante, crea una licencia intermedia de vehículos limitados a 80CV y cuando demuestren pericia sin multas y siniestros durante dos años, otórgales la licencia completa. Como nos hacen a los moteros y que funciona bien.

Que si un imbécil en una moto se mata a 210Km/h es problema suyo, pero un coche ocasiona problemas a los demás por su masa, peso y velocidad.

También estaría bien otra licencia intermedia hasta vehículos de 120CV y 2.000Kgr de peso. Porque, ¿cómo un señor puede pasar de un Seat Ibiza a un todoterreno mastodóntico?. No es lo mismo. Son vehículos que ofrecen una falsa seguridad por su tamaño, pero eso mismo los hace muy peligrosos. Son torpes, inestables e imparables en un corto tramo de frenada de emergencia por su peso. Esa masa a esa velocidad es un misil que impacta sin piedad contra ti.

Para rizar el rizo, al conductor de coche se le permite circular con una motocicleta de 125cc sin ningún tipo de prueba de aptitud… ¿Cómo quieres que no haya siniestros de motocicleta?

Les voy a hacer reflexionar con otro ejemplo, de embarcaciones marítimas.

Señores, después del “titulín” que me permitía llevar embarcaciones de 6 metros de eslora, se puede obtener el PER, para patronear embarcaciones de hasta 8 metros de eslora si son de vela y hasta 7,5 metros de eslora si son de motor, con la potencia de motor adecuada a la misma, siempre que la embarcación no se aleje más de 5 millas de la costa. Luego el de Patrón de Yate y por último el de Capitán, capacitando en secuencia progresiva a barcos más grandes, potentes y pesados.

¿Usted estaría de acuerdo en que llevara un Petrolero de 400 metros de eslora con 15.000 toneladas de petróleo por el mundo sin estar capacitado para ello?

Entonces, ¿porqué lo hacemos con los coches?

jueves, 17 de septiembre de 2009

Los intermitentes, ese gran desconocido.


Este tema da para mucho y no sé muy bien cómo resumirlo.

En la mayoría de los casos no se utilizan y cuando se hace uso de ellos, se hace mal.

De todos es conocido y sufrido las siguientes situaciones:

- El vehículo que le precede decide cambiar de carril y: “¡qué gran esfuerzo activar el intermitente!, total, para un pequeño cambio de carril, hago demasiados al día y los demás tampoco lo hacen” –piensa el mentecato ajeno a la consecuencia que le puede producir el que le arrolle un camión, derribe una motocicleta, choque contra otro vehículo o en el mejor de los casos, monte un “pollo” de tráfico donde los demás nos acordamos de su madre. En éste último caso, el mentecato hará oídos sordos y se auto convencerá de que los demás somos subnormales y no sabemos conducir.

- Vehículo que al poner el intermitente, inmediatamente ejecuta el cambio de carril. “Si me he señalizado, ya tengo la prioridad de ejecutar mi acción” –piensa la mentecata. Vamos a ver, se trata de avisar al resto de conductores de tu acción con una antelación para que el resto de implicados nos podamos adaptar a la acción, y si no podemos, no lo hagas. Eso no te da derecho a empujar, quemar pastillas de freno y palpitar los corazones de los que circulamos a tu lado.

- “Voy a poner el intermitente, ¡que buen conductor soy!”, eso está bien si lo quitas al terminar tu acción. Pero el empanado lo deja puesto hasta que retira las llaves del contacto, produciendo un caos bíblico. Que luego ese señor no se extrañe de que le piten otros coches “tuning”, va a su rollo, iluminando las calles con luces estridentes sin sentido.

- El taxista es el más fiable, nunca los pone. La bombilla tiene una vida útil de 1.357.000 pulsos de corriente y ese es un término finito que se traduce en cambiar la bombilla algún día, con su consiguiente gasto.

Yo como motero he comprobado que en ciudad es poco fiable que me señalice, si pueden me arrasan, en Madrid rige la ley del más cabrón…

Lo que sí me funciona es señalizarme con los brazos. De esta manera me respetan mucho más. Creo que como no entienden lo que comunico, pero al hacerlo con firmeza y determinación se reducen ante la duda de que pertenezca a un cuerpo de la seguridad vial…

Nada más lejos de la realidad, hago las señales corporales que había antes de las luminosas y continúan en activo. Pero parecen más convincentes.

Nueva cuestión: Ante la imagen que se muestra, el vehículo que le precede, ¿qué trata de señalizarle?

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Las rotondas no son un elemento ornamental


Para los que recibimos una licencia de conducir impresa en una cartulina rosa, las rotondas son un elemento extraño que comenzó a invadir las ciudades comenzando por los extrarradios y terminando por extenderse por el resto de la ciudad y carreteras.

¿Alguien ha recibido una nota informativa o ha visto algún anuncio de la DGT donde se explique cómo funciona una rotonda?.

Que yo sepa, nadie.

A priori su funcionamiento es sencillo y no cabe duda que sea una solución buena para mejorar la fluidez del tráfico y la seguridad frente a un cruce de vías. Pero eso si se utiliza bien, cosa que no ocurre en la mayoría de los casos.

Lo que para mí y tal vez para usted es obvio, no significa que lo sea para todo el mundo.

No es de extrañar, como he comprobado en varias ocasiones, que un conductor de edad avanzada se detenga dentro de la rotonda para ceder el paso al que se incorpora. Ese señor, mientras le digan lo contrario, cederá el paso al vehículo que le viene por su derecha siguiendo las normas de tráfico que aprendió. Lo hace mal, pero nadie le ha informado de la excepción a la regla en el funcionamiento de la rotonda.

Alguno pensará: “es que la gente mayor…”, pues no se crea que los demás lo hacen bien. Poca gente sabe circular por una rotonda o lo hace mal. A poco que haya un tráfico denso las rotondas se convierten en un embudo de caos y atasco donde rige la ley del más fuerte entre unos cuantos y miedo e inseguridad entre otros. Estos últimos sufren el estrés de entrar al caos que tiene enfrente coaccionados por las pitadas e insultos de los que están detrás de ellos. En consecuencia, se incorporan mal, atascan y se pone en peligro tanto su seguridad como la del resto de implicados.

Lo he observado muchas veces y la poca gente que circula bien por una rotonda acaba desesperada al verse rodeada de una vorágine de ineptos que le cierran el paso indiscriminadamente.

Las autoridades no se han molestado en formar a sus ciudadanos en estas nuevas normas de tráfico. Eso sí, la rotonda es un buen pelotazo para las arcas de los ayuntamientos y sus allegados, ya que pueden facturar al estado 60.000€ en un monigote horroroso que adorna la rotonda. ¿Y quién ha sido el artista de esa revelación artística?, pues el hijo del primo del que regenta la alcaldía de ese municipio, que aparte de primo político, primo porque solo huele 1000€ en pago a su demoniaco servicio. El resto del dinero y de todos es sabido, se queda invertido en marisquerías, concesionarios de coches de lujo y prostíbulos… Bueno, también en bolsos y joyas que los indeseables regalan a sus mujeres para silenciar preguntas incómodas.

Con los presupuestos que se manejan en la obra civil, no estaría de más destinar un 1% a la información del ciudadano sobre la intención y objetivos que se pretenden conseguir con las obras que se acometen en su municipio. No me refiero al BOE, sino a un medio de masas o personalizado para asegurar su recepción.

Para terminar, le reto a que acierte el siguiente caso teórico de tráfico que se observa en la imagen que adjunto:

¿Cuáles de los vehículos hacen bien la rotonda y cuales mal?, responda por el código de colores. La respuesta, se la doy dentro de unos días.