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jueves, 17 de diciembre de 2009

Papá Nöel es motero y Rudolf es una Vespa


Pues sí, hoy había algo extraño en las calles cuando he despertado mi burra después de su letargo nocturno a algunos grados bajo cero.

“¡Coño, qué pocas pirulas me hacen hoy!, ¿qué coño pasa?”, me preguntaba mientras hacía mi recorrido mañanero al curro.

Pues eso, que Papá Nöel es motero y éste año me ha regalado un día sin Taxis en Madrid.

¡Joder, qué gozada!, ¡qué falta de peligro y qué gustazo de tráfico!

Creo que están de huelga por algo, supongo que para prohibir que hagan transporte público hacia algún destino como el Aeropuerto o similar y así “crujirnos” en monopolio el trayecto hacia algún sitio.

Por un lado son trabajadores autónomos y pobrecillos. Pero por otro lado, son unos cabrones peligrosos al volante, que no tienen ningún respeto por las normas y por los demás conductores de la vía urbana.

Lo de la servidumbre humana es un patético derroche de mente e inteligencia humana y por otra, están destinados a la extinción. En algún momento los taxis serán vehículos automatizados.

Desde aquí les convido a conducir un poco mejor, aunque sólo sea para que se merezcan el título de “conductor profesional”, por orgullo para ellos mismos.

Para mí, que la Navidad dure mucho y que Papá Nóel motero me traiga muchos días de Madrid sin Taxis.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Éxodo subnormal


Llega el mes de Diciembre, llega la Navidad y comienza el éxodo subnormal.

Como cada año y sin faltar a su cita, miles de subnormales intentan entrar en el centro de Madrid con el coche.

- ¿Qué ahora el centro es peatonal?, pues nos acercamos todo lo que podemos, igual encontramos sitio…

Esa frase es típica del gran subnormal o cabeza de familia, aunque habría que decir alcornoque de familia por su fallido y estúpido ejercicio mental.

Lo más seguro es que su mujer, que suele ser más sensata, le haya dicho que fuesen en transporte público dejando el coche a las afueras del Centro, en esos barrios ribereños de la M-30.

- ¿Por qué no lo dejamos por aquí y vamos en Metro?, dice la mujer.
- ¿Pero tu eres tonta?, el Metro va lleno de gente y es un asco, además, yo no dejo el coche aquí que nos roban las ruedas.

Así espita el cabeza de melón a su mujer, imponiendo su “lógica e inteligencia superior” y atemorizando con conclusiones inexistentes.

Justo al pasar la frontera de la M-30 se meten en un atasco monumental, rodeados de miles de coches que van todos hacia el mismo sitio, hacia el centro.

Tras media hora y avanzar tan sólo 300 metros entre pitidos y pirulos que hacen otros subnormales en el vano intento de avanzar la mujer dice de nuevo:

- Te lo dije Antonio, teníamos que haber dejado el coche
- ¡Cállate cojones!, la culpa es de ésta gentuza que no sabe conducir.

Con esa majestuosidad y elegancia habla el melón a su pobre mujer, en ese momento, ella decide no abrir la boca más. Pero ni la boca ni nada abrirá para él esa noche en casa después de la humillación recibida.

Tras otra media hora de infierno y conseguir avanzar otros 300 metros entre el caos, los niños, esas pobres criaturas, comienzan su protesta:

- Pápa, me aburro, ¿falta mucho?, Páaaaapa, tengo hambre, sed, pis, caca…

El melón cabeza de culo, se da cuenta de su error pero no lo dice, propone como solución dejar el coche en un parking e ir andando los 1500 metros que quedan con la excusa de ver las luces de Navidad de las calles.

Al llegar al parking se meten en una cola de 20 coches que esperan a que quede un sitio libre y les dejen entrar al parking.

Tras 40 minutos en la cola entran en el parking y tras otros 40 minutos andando llegan al Corte Inglés de Sol entre empujones y agobios.

Y, ¡Ooooh!, ya son las 10 de la noche y la última función del Cortilandia ya ha terminado. Los niños lloran.

Tampoco pueden tomar algo de cenar, está todo hasta el culo de gente.

Total, el subnormal cabeza de melón se tiene que volver a su casa con la mujer cabreada, los niños llorando, sin cenar y con los nervios rotos.

Y todavía le queda volver…

Y así queridos lectores, sucede año tras año éste fenómeno social al que llamo, éxodo subnormal.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Respetemos al ciclista pero que respeten las normas.


Cada vez son más las personas que optan por la bicicleta como medio de transporte urbano. Un medio ecológico, económico y saludable.
Con la incorporación a las calles de los ciclistas, debemos entre todos hacer el esfuerzo de adaptarnos a ésta nueva situación, para evitar atropellos o accidentes.
El ciclista es el primero, que por su integridad física debe adoptar las normas de circulación y la normativa para bicicletas en ciudad. Norma que muy pocos cumplen.
Ya he tenido algún susto que otro por llegar casi a interceptar a una bici a la que no vi hasta el último momento. En éstos casos fue porque no llevaban las luces de señalización obligatorias, ni siquiera unos reflectantes.
Algunos por desconocimiento y otros por ir de “neourbanita” o “tio guay que va de ecológico y modernillo”. Éstos últimos anteponen la estética “retro” de su bicicleta a su seguridad, al no incorporar sistemas de iluminación. Y claro, tampoco van a tapar su preciosa eco-melenita con un casco…
Tampoco respetan mucho las señales viales ni su zona de circulación al invadir las aceras con despotismo tocando el timbre para que te apartes.
¡Qué vivan las bicicletas!, pero que lo hagan con sentido común.